TIJUANA, BC. (proceso.com.mx).- Con palos y empujones, algunos participantes en la manifestación antimigrantes realizada en esta ciudad fronteriza trataron de forzar –sin éxito– la valla policíaca que impedía el acceso al albergue temporal donde se alojan cerca de dos mil integrantes del llamado éxodo centroamericano.
“Fuera hondureños, aquí no los queremos”, gritaron en coro, aunque no tuvieran migrantes en frente, sino policías y periodistas.
Y repitieron: “¡Tijuana se respeta!”, “Les trajimos frijoles y tortillas, ¡Salgan!”, “¡Ni en su país los quieren!”.
Tijuuanenses que rechazan la presencia de los centroamericanos en su ciudad se reunieron por la mañana en la glorieta Cuauhtémoc, y después tomaron las calles.
Un grupo de jóvenes, algunos con la cabeza rapada y paliacates, encabezó la marcha y la llevó hacia la Unidad Deportiva Benito Juárez, que fue improvisada como albergue temporal para los centroamericanos.
Entre insultos y consignas, la marcha avanzó sobre la avenida 5 de mayo, la cual desemboca en el Bordo, que separa México y Estados Unidos. “Defiende tu bandera, defiende tu nación”, gritó una joven manifestante.
El contingente, conformado por cientos de personas, llegó con ruido: a los gritos y claxons de sus integrantes se sumo el rugido de una moto.
Bloques de concreto y granaderos del municipio impedían el acceso a las inmediaciones del albergue. “¡Hay que pasar, hay que pasar!”, gritaron los jóvenes que encabezaron la manifestación.
Con el paso de los minutos se tensaron los ánimos. Unos jóvenes tiraron los pesados bloques de concreto y se subieron en ellos para gritar consignas.
Alrededor de mediodía llegó el estafador Iván Del Campo Riebeling, fundador del Cuerpo Diplomático Internacional de Derechos Humanos –una organización no reconocida en México–, e invitó la gente a “hacer grupos de chequeos” para tomar las casetas de cobro del estado, revisar los documentos de quiénes entran y poner a quienes carezcan de los mismos en manos del Instituto Nacional de Migración (INM).
El hombre, vestido de militar, con la cabeza rapada y un imponente reloj dorado en la muñeca derecha, resultó una estrella entre algunos manifestantes, quienes se tomaron selfies a su lado y le pidieron consejos sobre qué hacer.
Preguntado quién estaba “detrás” de las caravanas migrantes, aseveró: “La (sic) área de inteligencia de nosotros nos comenta que Enrique Peña Nieto es un pendejo (…) este movimiento fue financiado por Estados Unidos, Trump les dio 5 millones de dólares para justificar el cierre de la frontera, y esto nos perjudica a todos”.
“Vamos a parar la migración, a exigir al gobierno federal que ponga la Marina y el Ejército a la frontera”, añadió el hombre, denunciado en varias ocasiones por amenazar de muerte a periodistas de Baja California.
Un joven, Pedro, quien llegó a defender los centroamericanos y el tránsito libre de las personas, recibió una lluvia de insultos y fue correteado. “Una invasión es cuando un Estado ingresa con militares a otro, las personas no invaden”, dijo momentos después.