INTENTA CRUZAR A EU Y LO EXPULSAN 7 VECES; LO INTENTO POR JUAREZ Y POR OJINAGA

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Triste y decepcionado, Fernando ahora busca regresar a su país

“La vida del migrante es jodida”, lamenta Fernando, un ecuatoriano de 30 años de edad, después haber sido expulsado de manera exprés siete veces de Estados Unidos a Ciudad Juárez en un lapso de 42 días bajo el Título 42 de la Sección 265 del Código de los Estados Unidos, sin la oportunidad de solicitar asilo político.

Después de cruzar por el río Bravo entre Ciudad Juárez y El Paso, por el muro fronterizo en la zona de Anapra, por el Valle de Juárez, por el desierto de Ojinaga, y después de haber gastado un total de 12 mil dólares, con ayuda de sus hermanas que viven en Estados Unidos, ayer finalmente se dijo triste, cansado y vencido.

“Es muy difícil, a mí me duele el cuerpo ya, ya son siete veces, yo digo que es la suerte de cada quien. Yo ya me quiero regresar a mi país, yo ya digo que lo más importante es la vida. Porque de migrante arriesgas la vida y lo que seguiría ahora es descansar unos días para volver a ir y luego que me vuelvan a regresar”, dijo el migrante con el cansancio reflejado en la mirada.

En Ecuador, Fernando trabajaba como albañil, pero al ver que a principios de diciembre su primo cruzó la frontera y comenzó a trabajar rápidamente en Estados Unidos, él quiso emprender el viaje para ir con sus dos hermanas, quienes también migraron hace tres y cinco años.

Decidido a darles una vida mejor a su esposa y sus dos hijos de uno y nueve años de edad, el migrante vendió su carro y salió el 12 de diciembre de su país hasta Cancún, donde consiguió un permiso para permanecer 100 días en México.

Un día después llegó a Ciudad Juárez, en un viaje que le costó un total de 4 mil dólares. Al llegar aquí estuvo cinco días esperando hasta que el “coyote” lo llevó a la frontera a cambio de mil dólares más.

El primer intento fue por el Valle de Juárez, donde aseguró haber brincado el muro fronterizo de 9.7 metros de altura con ayuda de una escalera hechiza.

“Te tienes que bajar resbalándote del muro… está altísimo el muro y arriesga muchísimo la vida, luego los de migración te siguen con los perros, con caballos, con las motos, llega el avión y ponen los drones; llega de todo”, narró.

Por cada uno de los siete intentos pagó mil dólares. En uno de ellos formaba parte de un grupo de unas 40 personas, “fue en diciembre, ya habían brincado unos, luego se subió un brasileño y se cayó”, pero como el muro tiene barreras de contención de lado estadounidense, al caerse se pegó en la cabeza y murió.

Al ver la escena, Fernando decidió no cruzar la frontera esa noche, por temor a perder la vida y a que los agentes de la Patrulla Fronteriza los culparan de la muerte del migrante, confesó.

Subir y bajar un muro de casi 10 metros de altura era difícil, pero después seguía cruzar un canal de aguas negras en donde el líquido le llegaba a la altura del pecho, recordó.

“Lo regresan a uno todo mojadito, con frío. Una de las veces no traía nada de dinero, ni para comer y no tenía donde dormir, y me tuve que dormir aquí. Afortunadamente uno siempre se encuentra a gente buena”, dijo junto al puente internacional Zaragoza-Ysleta, donde aseguró que las autoridades del Gobierno federal de México no le ofrecieron ningún tipo de apoyo.

Acompañado de David, un hondureño con quien ha compartido sus últimos tres intentos en busca del llamado sueño americano, ayer buscaba resguardarse de los agentes municipales y federales de la ciudad, ya que aseguraron temer de ellos.

“Una vez, un municipal me agarró, le dije que sí era de Ecuador pero que tenía mi permiso para estar 100 días en México y me dijo que ese papel él me lo podía romper en la cara si no le daba mil pesos”, aseguró.

David, también afirmó temerles a los elementos federales, debido a que lo han tratado de acusar de ser “pollero” y han querido obligarlo a que les diga cómo y con quién trabaja, para saber cómo funciona la red de tráfico de personas junto al puente internacional.

Mientras Fernando estaba decidido a regresar a su país, David pensaba en la manera de cruzar la frontera por cuarta vez en dos meses.

La sexta ocasión que cruzó Fernando fue por el muro de casi seis metros de altura que divide a Anapra de Sunland Park, Nuevo México, donde le dijeron que solo caminaría dos horas; sin embargo, tras cruzar como parte de un grupo de cerca de 40 personas, se acercó la Patrulla Fronteriza y él decidió separarse del grupo y después de caminar dos días llegó a El Paso.

“Yo sí traía dinero, le hablé al guía, le mandé mi ubicación y fue por mí, pero me tuvo 17 días en una bodega, y en esos 17 días tal vez comería unos seis días nada más. Él me dijo que me iba a sacar en avión a Nueva York, pero en la sala de espera del aeropuerto me agarró migración”, lamentó.

La última vez intentó cruzar una vez más por Ojinaga, donde Fernando y David comenzaron su camino el miércoles 27 de enero. En el quinto día ya estaban en Estados Unidos, pero el “coyote” nunca fue por ellos y tuvieron que seguir caminando dos días más.

“Nos dejó botados el guía, agarramos y agarramos, caminamos solitos las noches perdidos, y nos cayó migración, sin comida, sin agua y sin nada. Tuvimos que salir a buscar comida y nos entregamos”, narraron los migrantes en la frontera entre ambos países.