JUAREZ.-El tema de una posible intervención militar de Estados Unidos en la zona fronteriza con México ha sido vista desde hace tiempo sólo desde la perspectiva de juegos de video, relatos literarios, sugerencias veladas por parte de antiinmigrantes radicales como Joe Arpaio y Ann Coulter, o como una posibilidad irrealizable de las políticas de Donald Trump que chocaría directamente con la oposición de gran parte de la sociedad norteamericana.
Pero a pesar de que diversos analistas lo han calificado como una acción totalmente improbable este hecho, en días pasados el presidente nacional del Colegio de la Frontera Norte (Colef), Tonatiuh Guillén, dejó entrever un temor real sobre este posible interés intervencionista pretextando el incremento de la violencia en la región fronteriza con México.
Para el directivo del Colef, el repunte de la violencia que se está dando en ciudades fronterizas como Tijuana y Ciudad Juárez, bien puede servir de justificación a la administración de Donald Trump para ordenar una acción intervencionista, dado el protagonismo y la “locura militarista” de que hace gala el nuevo mandatario estadounidense.
En declaraciones reproducidas por medios informativos de ambos lados de la frontera, el académico destacó que «el discurso simplón, de que el narcotráfico sólo tiene malos de un lado y víctimas del otro” presenta el riesgo de que al calor de la locura militarista y de fuerza de Trump, éste tenga la ocurrencia no sólo de “ir a presionar o a coordinar con fuerzas nacionales, sino tomar iniciativas directas” e invadir la región fronteriza que además, según acotó, resulta todo un escaparate.
«El riesgo es que pretenda extender un escenario de intervencionismo, que sí sería grave, en términos de presencia física, abierta o encubierta, de fuerzas policiales de Estados Unidos, o de otro nivel… En un escenario donde hay aumento del crimen y, particularmente, de los homicidios habrá la tentación de intervenir”, destaca el académico en una nota publicada por el portal informativo estadounidese “Hoy Los Ángeles”.
Ya durante la campaña presidencial de Trump, habían surgido voces en diversos medios que insinuaban la posibilidad de un interés genuino del ahora presidente por destacamentar elementos militares en territorio mexicano, como acto de fuerza y medida de presión para forzar la aceptación del muro por parte del gobierno mexicano.
En tal sentido una editorial del artista, activista y columnista sindicado Johnny Punish, del 13 de junio de 2016 en el portal “Veteranstoday.com”, expresaba que una vez ungido presidente y agotados los recursos de presión para forzar a México a pagar por la construcción del muro en la frontera sur de Estados Unidos, el siguiente paso en la lógica de Donald Trump sería la de “la invasión y la confiscación”.
“Estados Unidos tiene una larga historia de tales cosas en América Latina, por lo que no estaría tan alejada esta posibilidad” sugiere Punish, al destacar que de hecho “México tiene una tonelada de recursos petrolíferos, mineros” y de otra naturaleza que serían del interés del magnate y político para buscar un control más directo de su explotación.
Expone sin embargo que al ser México actualmente el segundo socio comercial de Estados Unidos, una intervención sería una tontería porque pondría en riesgo lo que hoy representa una relación económica estable, y uno de los pilares fundamentales que le permiten tener hegemonía, no obstante lo cual no se puede descartar una acción impulsiva, dada la personalidad impredecible del magnate.
A este respecto opiniones de analistas y lectores de medios estadounidenses consideran que una acción intervencionista en México, no es algo que pueda darse ya que de inmediato sería objeto del repudio generalizado, denuncias ante tribunales internacionales y presiones diplomáticas diversas.
Otros toman en cuenta las palabras de ultra conservadores norteamericanos como el polémico sheriff de Arizona, Joe Arpio, quien no sólo se ha manifestado a favor de desplegar efectivos del ejército a lo largo de la frontera con México, sino que maneja un plan de seguridad fronteriza que involucra directamente el envío de tropas norteamericanas al interior de México.
Según el polémico sheriff, esto permitiría resolver el problema de la inmigración ilegal y el contrabando de drogas, además de permitir al gobierno norteamericano el poder trabajar con los propios militares y fuerzas del orden público para detener la inmigración ilegal y el contrabando de drogas desde sus mismas fuentes.