La personalidad del líder militar de la revolución mexicana fue atractiva para la literatura y para los relatos épicos. Tambiénpara el cine, que se animó a llevarlo a la pantalla grande, un curioso hecho de la incipiente industria cinematográfica de Estados Unidos. El insólito motivo porque el que hoy casi no quedan registros de esa película.
La historia de Pancho Villa también fue sometida a los devaneos del relato, porque de muchos de los hechos que protagonizó en su vida, existe más de una versión. Decía que, para él, la guerra había comenzado desde el día de su nacimiento. Tenía dos hermanas, Martina, la que describía como muy trabajadora. Ya estaba en edad de casarse, y no le faltaban candidatos. Su otra hermana, Mariana era la más pequeña y la más bonita. Una de las leyendas cuenta que un día, estando solas en el rancho, llegaron dos Rurales pidiendo agua y la terminaron raptando. La niña se quitó la vida. Su hermano José juró vengarse y asesinó al teniente que la había raptado. Otra versión dice que el violador era el hijo de un estanciero y que también se vengó, pero que su hermana no murió. Lo cierto fue que José Doroteo Arango Arámbula, de 16 años, huyó a Chihuahua –”porque en esos tiempos no había justicia para los pobres”, algunos lo justificaron- y se cambió el nombre: se llamaría Pancho Villa.
Se unió a un grupo de bandoleros quizás dirigidos por un tal Francisco Villa que, herido de muerte, lo nombró su sucesor y así el que sería uno de los líderes de la revolución mexicana adoptó el nombre de su propio jefe. Tuvo a las montañas a las que conocía de memoria su refugio perfecto.
Había nacido en San Juan del Río, Durango el 5 de junio de 1878. De muy joven robaba ganado y en 1910 cuando le hablaron de política abrazó la causa de Francisco Madero contra el dictador Porfirio Díaz, que estuvo en el poder desde 1877 hasta su derrocamiento en noviembre de 1910, cuando se dio inicio a lo que se llamó la revolución mexicana.
Su popularidad de los tiempos en que repartía el botín con los que menos tenían, lo llevó a organizar un ejército en su Chihuahua local, y él mismo lo disciplinó. Los soldados lo querían y respetaban.
No sabía leer ni escribir, en el corto tiempo que se desempeñó como gobernador de Chihuahua se hacía leer los documentos; odiaba el alcohol al atribuirle el origen de la mayoría de los problemas de los hombres, a tal punto que entre 1913 y 1914 impuso la ley seca en su ejército.
Villa se transformaría en un referente militar en el norte del país y pronto alcanzaría una alta popularidad y el apodo de “el centauro del norte”. Logró el récord de ser el único mexicano y latinoamericano que al grito de “¡Viva México! ¡Mueran los gringos!” invadió Estados Unidos en marzo de 1916.
“Robusto, rubicundo, con amplia boca de labios gruesos que sonríen siempre mostrando dientes amarillentos y grandes como granos de maíz; lleva el texano a media cabeza, hacia atrás. Dos cartucheras ciñen su cintura y otras dos se cruzan en su pecho a la bandolera”, reproduce Paco Taibo II la descripción hecha por el novelista Francisco Urquizo.
La Mutual Film Corporation, a cargo de Harry Aitken, le ofreció firmar un contrato por 25 mil dólares -una pequeña fortuna para la época- y el 20 por ciento de los ingresos por taquilla para rodar dos películas. Una sobre la batalla de Ojinaga y otra más biográfica donde el propio líder haría de si mismo en la adultez, la que se llamaría “Vida del general Villa”. El actor Raoul Walsh, que se convertiría en un director de películas de aventuras, haría del protagonista en su juventud. El productor era Frank Thayler.
Otra versión afirma que fueron los propios hombres de Villa quienes habían tomado contacto con camarógrafos que estaban registrando los hechos de la captura de Juárez y les propusieron filmarlo a su jefe. Los villistas necesitaban fondos para poder continuar la campaña militar.
El contrato se firmó el 5 de enero en el entonces pueblo fronterizo de El Paso por representantes del líder militar. Dos días después, The New York Times publicó en su tapa la noticia de la nueva faceta para los que para algunos era un líder carismático y para otros la “mayor vergüenza de la humanidad en el siglo XX”.
La productora proveyó uniformes adecuados a Villa y a su estado mayor, que solo debían lucirlos en los momentos de filmación. En la película aparecían escenarios naturales y también locaciones pensadas para el film mudo “El nacimiento de una nación”, un drama bélico ambientado en la guerra de secesión, rodada en 1915.
Se cuenta que Villa se había comprometido a que las batallas debía librarlas entre las 9 de la mañana y las cinco de la tarde con el propósito de aprovechar la luz solar, y que debió cambiar estrategias para adecuarse a los fines artísticos de las películas. La realidad desmintió este hecho, ya que el combate de Ojinaga fue por la tarde y entrada la noche.
El líder mexicano acondicionó un vagón de su tren donde se alojaron los camarógrafos. Los villistas se encargaron de alimentarlos y de proveerles de salvoconductos para que pudieran trabajar en libertad, aunque quedaban bajo las órdenes militares de Villa.
Para la batalla de Ojinaga, librada el 10 de enero de 1914, la Mutual llevó ocho camarógrafos y dos fotógrafos. Pero este combate no fue el que los profesionales de la cámara esperaban, ya que luego de un nutrido tiroteo y posterior arremetida villista, los federales aprovecharon la noche y se apresuraron a cruzar el río Bravo para salvar sus vidas. Villa había asegurado la frontera norte.
La película que cuenta su vida fue estrenada el 9 de mayo de ese año en Nueva York. Tuvo un recibimiento aceptable del público. Más allá de lo que se registró sobre este combate, no hubo más cintas ya que en Estados Unidos ya no veían con tan buenos ojos a la revolución mexicana.
De estas películas mudas, sobrevivieron pequeños fragmentos. Algunos de ellos registraron los horrores de la guerra, como los soldados que terminaban mutilados, los prisioneros que cavaban sus propias fosas antes de ser ejecutados y los moribundos que fallecían víctimas de la gangrena.
Este material, un valioso testimonio de la historia de México, se perdió casi todo. Es que cuando las películas mudas perdían su valor comercial, esos rollos de 35 milímetros se incineraban para poder recuperar uno de sus componentes, la plata.
“Desearía trabajar en mi pequeña granja, criando ganado y sembrando maíz. Sería magnífico, yo creo, ayudar a hacer de México un lugar feliz”, es lo que Villa le confesó al periodista y escritor John Silas Reed, autor del libro “México insurgente”. Pero sus anhelos se cortaron el 20 de julio de 1923 cuando fue asesinado en una emboscada mientras se dirigía en su automóvil en una fiesta familiar en Parral. Hacía un mes que había cumplido 45 años.
Por su parte, la Mutual seguiría haciendo negocios. En 1916 contrataría por 670 mil dólares al año al acto del momento, Charles Chaplin para hacer una docena de películas. El show debía continuar.