EL HÁBITO DE LA BUENA SALUD POR UN OJINAGA FUERTE

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Ing. Alonso Pérez Alba

Desde niños nuestros padres nos enseñan sobre la importancia de lavarnos las manos, desinfectar las verduras y cepillarnos los dientes. También nos enseñan sobre evitar los cambios bruscos de temperatura, mantenernos hidratados y no abusar del consumo de azúcares. Papá y mamá lo dan todo para que cada mañana salgamos de casa desayunados y que al menos hagamos tres comidas diarias.

Todas estas enseñanzas son importantes para el desarrollo de una vida plena. Eso que aprendimos en nuestra infancia se vuelve entonces un hábito de buena salud. Ya en la edad adulta lo hacemos casi en automático; en pocas ocasiones nos detenemos a reflexionar sobre cuánto esos hábitos nos han salvado de muchas situaciones de riesgo.

Durante el desarrollo de la pandemia por COVID nos tocó revalorar la importancia del correcto lavado de manos; los adultos nos dimos cuenta que habíamos olvidado casi por completo la forma de lavar las manos para que realmente quedaran libres de gérmenes. Entonces hubo necesidad de volver a aprender.

La salud es un hábito diario. El hábito de hacer ejercicio, de acudir una vez al año al dentista, de vitaminarnos y alimentarnos en los tiempos precisos; dormir las horas indispensables para que nuestro cerebro se reponga, beber al menos dos litros de agua diariamente, tomar el sol pero evitar las exposiciones prolongadas a los rayos solares. Son pequeñas acciones que se alían con la vida, una vida en plenitud.

Al hablar sobre los hábitos por una buena salud, es importante recordar que nuestro municipio aún cuenta con amplias extensiones de terracería, lo que eleva los niveles de contraer infecciones a través de los vientos y el polvo; la falta de cultura cívica de no tirar desperdicios o residuos como plásticos, neumáticos, bolsas, animales muertos, escombros revueltos con basura, es uno de los hábitos colectivos que debemos revertir.

Todos los actores públicos y las familias estamos llamados a crear una alianza, una cruzada permanente a favor de la salud de nuestro municipio. Para hablar de una frontera próspera es indispensable regresar a los pequeños grandes hábitos de la buena salud.

Nuestras autoridades estatales y municipales han establecido nuevos programas para fortalecer los servicios de salud pública, y en equipo apostamos por los trabajos de pavimentación en calles principales y secundarias, pero en esta alianza todos debemos sumarnos.

Ser aliados de la salud es trabajar desde nuestros hogares en inculcar nuevamente los hábitos de prevención; revisarnos periódicamente con nuestro medico de confianza para evitar enfermedades como la diabetes, el cáncer, la osteoporosis, la anemia, la obesidad e hipertensión. Estos padecimientos son algunos de los de mayor presencia entre la población chihuahuense.

El sistema nacional de salud se encuentra rebasado actualmente; cientos de personas mueren por negligencia o carencias en la atención médica del servicio público. La reflexión central de esta opinión es reforzar la cultura de la prevención y evitar llegar a puntos críticos en nuestra salud. Es responsabilidad compartida y por lo tanto tarea permanente de cada familia.