PRESIDIO— En la primavera, cuando azotan las tormentas de agua y hay apagones de la energía eléctica, en este pequeño pueblo fronterizo en en el Oeste de Texas la solución es simple: recurrir a Ojinaga, su pueblo vecino en el lado mexicano del Río Grande.
“Alguien activa un interruptor, por así decirlo, y tenemos electricidad mexicana, y viceversa”, explicó John Ferguson, el recién reelecto alcalde de Presidio.
Presidio, con una población de 3,460 habitantes, y Ojinaga, cinco veces más grande, se apoyan el uno al otro en casi todo.
Los bomberos y las ambulancias cruzan la frontera según sea necesario, gracias a un acuerdo producto del aislamiento en que viven ambas comunidades.
También la gente cruza el puente internacional para visitar familiares, ir de compras, trabajar o estudiar, algunos a diario. Muchos de los moradores tienen documentos migratorios en regla o tienen doble ciudadanía.
La mayoría de los habitantes de ambas ciudades son de la opinión de que el muro que el presidente Donald Trump propone construir, una promesa de campaña dirigida contra la inmigración ilegal, es innecesario y trastocaría su forma de vida.
“Se vería feo y nos daría tristeza, pero de todos modos tendríamos que cruzar la frontera”, dijo Pamela Viramontes, de 14 años, estudiante de secundaria en Presidio.
“No cruzamos por el río; ahí está el puente para eso”.
Pocas personas cruzan a Estados Unidos clandestinamente por esta remota región. Las montañas y lo accidentado del terreno impiden que este sea utilizado como corredor de contrabando muy transitado.
La Patrulla Fronteriza capturó unas 6,000 personas en la región de Big Bend el año pasado, en contraste con las más de 186,000 en la región del valle del Rio Grande, al sur de Texas.
El presidente Trump jura que cumplirá su promesa de campaña de erigir un “muro muy grande y muy bonito” para proteger la frontera con México del cruce de narcotraficantes y criminales.
“Nuestro presidente tiene buenas intenciones; quiere lo mejor para el país. Pero en zonas como esta no lo necesitamos”, dijo el sheriff de Presidio Danny Domínguez.
“La mayor parte de mi condado es ya un muro; es el condado más montañoso del estado”.
La región de Big Bend se llama así por lo sinuoso del río Grande, que define la frontera binacional y los terrenos de Terry Bishop, un residente local.
De oficio granjero, Bishop está a favor de tener fronteras seguras y controles de inmigración.
“Todos los países, no solo Estados Unidos, tienen que tener control sobre sus fronteras”, dijo. “No se puede simplemente abrir las fronteras”.
Pero dice que no quiere un muro en su rancho, que abarca siete millas de frontera, y se pregunta cómo afectería su trabajo si se construye un muro que nos les permita irrigar sus cultivos.
“Los que me preocupan son los agricultores que tienen que venir (al río) a conectar una tubería para regar”, dijo Bishop.
“¿Nos dejarán venir a hacer el trabajo que necesitamos hacer para ganarnos la vida?”.
Los agentes de la Patrulla Fronteriza destacados en sus tierras por ahora se encargan de vigilar el río. Bishop prefiere que se destinen más agentes en vez de que se construya un muro.
“No pueden vigilarlo todo el tiempo. Si van a poner gente a vigilar, bien podrían olvidarse de la barda (muro) y usar ese dinero para pagar más gente que se ponga aquí a vigilar”.
Bishop creció en la frontera, nadó y pescó en el Río Grande, y como muchos, viaja frecuentemente a México.
“Para muchos de los que vivimos aquí, esto es solo agua que tenemos que cruzar para ir a visitar a alguien allá, para ir a comer o a hacer algo. Para nosotros (el límite fronterizo) no es tan importante”.
Una tarde reciente, Carina Baeza observaba a su hijo en sus prácticas de beisbol en Presidio poco después de ponerse el sol y reflexionó sobre la vida en su pueblo.
“Presidio vive de Ojinaga y Ojinaga de Presidio”, dijo Baeza.
El alcalde Ferguson, nacido en Iowa, estuvo totalmente de acuerdo. Se enamoró de la región de Big Bend durante una excursión de campo y se instaló en Presidio hace 30 años junto con su novia.
La pareja ahora tiene un hijo en preparatoria y una hija en la universidad. Ambos enseñan música en la escuela secundaria, donde además Ferguson es director del conjunto de mariachi.
Muchos de sus estudiantes tienen familiares en ambos lados de la frontera y la cruzan con frecuencia.
“Construir un muro y amurallarnos específicamente de Ojinaga es muy… caray, es muy bochornoso”, dijo Ferguson.
El sheriff Domínguez dijo que, en su condado, el muro sería “dinero tirado a la basura”, y urgió al presidente Trump a visitar Presidio para que vea de qué manera afectaría a la gente una barrera.
“Ahorita podemos ver a México… es como en tu casa bloquear la sala de la recámara”.