Los ‘guerrilleros’ publicaron en el diario local ‘Índice’ un mensaje para el entonces gobernador Práxedes Giner Durán en el que condenaron su apoyo a los cacicazgos de José Ibarra y Tomás Vega.
En su misiva denunciaron a los caciques por “explotar como bestias a los campesinos, humillarlos, asesinarlos, quemarles sus ranchos, robar su ganado y violar a sus mujeres”.
Fue así que decidieron levantarse en armas, mismas que prometieron dejar a condición de que se sometiera a la ley a los caciques y se repartieran las tierras acaparadas por despojos y asesinatos.
Al no obtener respuesta favorable, la madrugada del 23 de septiembre de 1965, el grupo liderado por el profesor rural Arturo Gámez García arribó al cuartel militar y avanzó conforme a las tácticas recomendadas por el manual ‘Guerra de guerrillas‘ de Ernesto Che Guevara.
Cuando la tropa de soldados salió alrededor de las 05:45 h de su barraca principal para desayunar, los guerrilleros abrieron fuego al grito de “¡Ríndanse!, ¡están rodeados!, ¡ríndanse!”.
Pero los militares aún dentro tomaron sus rifles y fusiles para responder la agresión.
Durante hora y media, ambos bandos se enfrentaron a disparos, y ya con la luz del Sol se desvelaron los cadáveres.
El médico y profesor normalista Pablo Gómez Ramírez; el director de la Escuela Rural Federal de Ariseachic, Miguel Quiñónez Pedroza; el también profesor normalista Rafael Martínez Valdivia; el estudiante normalista Oscar Sandoval Salinas; los campesinos Salomón Gaytan Aguirre y Antonio Escobel; así como el estudiante Emilio Gámez Garda y su hermano Arturo, murieron de parte de los insurrectos.
De parte de los 125 militares que yacían en el cuartel de Madera, perecieron los sargentos Nicolás Estrada Gómez y Virginio Llanes Gómez; el cabo Felipe Reyna López y los soldados Jorge Velázquez y Moisés Bustillos Orozco.
Mientras a los soldados caídos el Gobierno de Chihuahua los despidió como héroes, los cadáveres de los guerrilleros fueron exhibidos en la plaza principal de Madera como advertencia de lo que ocurriría con nuevas sublevaciones.
Los civiles fueron enterrados sin ataúdes en una fosa común, bajo la orden de Giner Durán de “¿Querían tierra?, ¡denles tierra hasta que se harten!”. Sobrevivieron Guadalupe Escobel, Florencio Lugo, Ramón Mendoza, Francisco Ornelas y Matías Fernández.
En 2004, se erigió en Ciudad Madera un monumento en “homenaje a los soldados que murieron defendiendo las instituciones nacionales, de la intransigencia, la agresión, la infidencia y la traición”.