Conmemoración del 159 aniversario luctuoso del General Manuel Ojinaga.
En este evento estuvieron presentes autoridades municipales así como educativas.
GRAL. MANUEL OJINAGA CASTAÑEDA (1834-1865)
Nació en la Hacienda de las Garzas, municipio de La Cruz, Chihuahua, el 8 de abril de 1833. Se graduó de Ingeniero en minas y ensayador, en la ciudad de México.
De niño quedó huérfano de padre, quién murió a manos de los apaches habiendo quedado al cuidado de madre que fue una mujer abnegada y virtuosa, la que con todos sus hijos volvió a radicarse en la Hacienda de Río Florido (Villa Coronado) de donde procedía la familia Ojinaga. Manuel desde sus primeros años fue muy buen hijo, de índole dócil y amable y al ejemplo de su madre y el apoyo de su cuñado el Lic. Juan N. de Urquidi, debió la formación de su carácter y educación.
Cursó su educación primaria en el Valle de Allende y después se trasladó a la ciudad de Chihuahua, en donde obtuvo una plaza de escribiente en la Contaduría Mayor de Hacienda a fines de 1850. Allí a la vez que trabajaba en la labores indicadas, se dedicó a estudiar en el Instituto Científico y Literario y mas tarde hizo viajes a la capital de la república y se inscribió como alumno en la Escuela de Minería. Una ciudad lleva su nombre y un monumento en su honor adorna el Paseo de la Reforma de la ciudad de México, por la férrea defensa de la patria que hizo durante la invasión francesa ocurrida en la segunda mitad del siglo XIX. Manuel Ojinaga
De regreso a Chihuahua, se asentó en Hidalgo del Parral, donde formó la Sociedad Filantrópica y la Junta Patriótica de Parral, cuya finalidad era levantar el ánimo nacionalista ante la invasión francesa. “A las armas, hijos de Chihuahua, que nuestro último aliento sea para exclamar ¡viva la independencia nacional!, exclamó Ojinaga
Cuando las tropas invasoras se acercaban a Chihuahua, Ojinaga se enlistó en el ejército y poco después fue nombrado jefe del Batallón Primero de Chihuahua y a él correspondió dirigir la primera batalla contra los franceses verificada en territorio chihuahuense. Una vez que se instaló en Chihuahua, el presidente Benito Juárez lo ascendió a General de Brigada y lo nombró gobernador del Estado. Estando en ese cargo, Ojinaga se desplazó a ciudad Guerrero para enfrentar a los franceses, pero la mayor parte de su tropa desertó.
Tuvo entonces qué refugiarse en Ariseáchic, donde fue emboscado por las tropas imperiales, en la madrugada del 2 de septiembre de 1865. Tres soldados imperiales le salieron al paso y le pidieron que se rindiera. Lejos de aceptar, sacó su arma y dio muerte a tres de sus captores, pero pronto fue herido de bala y, dos horas después, falleció. Sus últimas palabras fueron: “Todo se ha perdido; con mi muerte, la causa nacional va a sufrir bastante”.
El 23 de octubre de aquel año, Benito Juárez decretó que la villa de Presidio del Norte cambiase su nombre por el de Ojinaga, en honor de aquel valiente general. Años después, fue construido un obelisco en su honor, el cual está situado entre las calles Ocampo, Bolívar y 12ª, de la ciudad de Chihuahua.