La aparición de la atleta Alegna Aryday González en la marcha, está dando mucho de qué hablar.
Empedernida en sus objetivos, conquistó el Perú en los 10 kilómetros con marca mexicana de 45’17´´, luego de haberse agenciado además los challenger de Ciudad Juárez y Monterrey meses atrás.
Originaria de Ojinaga, Chihuahua, la calle Zaragoza donde vivía la vio crecer corriendo. Para cualquier lado que iba, siempre lo hacia a la velocidad que le permitían sus pequeñas piernas, para después regresar y quedarse a jugar con sus muñecas al lado de sus amigas.
Sintiéndose la bella durmiente de los cuentos, nunca se imaginó que un día conquistaría preseas y llegar a ser admirada por quienes adoptan al deporte como su reto personal.
Jugar a las muñecas era su pasión, sin pensar en que su mamá Yadira, buscaba la forma de sacarla adelante a ella y su hermano más pequeño. Alegna además corría al kiosko de su pueblo para ver cantar a los intérpretes que le recordaban a su tío el trompetista de fama internacional Cutberto Pérez Muñoz y su Mariachi 2000, de quien en su hogar siempre había música.
Así transcurría la existencia de la niña que llegó al mundo un 2 de enero de 1999, como una esperanza y sueño de año nuevo de la familia.
Posteriormente conoció un deportivo sin nombre donde hizo su siguiente parada a los nueve años para encontrarse con la marcha cuando iba en la primaria, de la cual su tío Jesús quien fuera corredor de maratones, le había comentado que existía esa disciplina,
Así, sus objetivos se han ido cumpliendo gracias a su desempeño y ese amor por la caminata que con mucha disciplina y profesionalismo la ha hecho parte de su cotidianidad, representando en la Olimpiada Nacional a Ojinaga.
“Tanto como deportista como persona he ido madurando mucho. He cambiado hasta la forma de vivir de un estado a la ciudad de México, pero ese motivo me ha ayudado a ser constante en el trabajo para lograr los resultados”.
La inquietud de conocer otros lugares fue que decidió llegar al Centro Nacional de Alto Rendimiento alejada de su familia y los seres que la aprecian.
“La primera vez no me dejaba venir mi mamá. Decía que estaba muy chiquita para abandonarlos, pero después la convencí y me brindó su apoyo para seguir con las metas que me había trazado”.
Aryday sabe la responsabilidad de estar en el deporte. De que ahora a sus 18 años sea una digna representante de México a donde quiera que se pare.
“No me da miedo ni me presiono porque estoy haciendo las cosas bien. Busco divertirme a mi manera, pero en el trabajo sigo las indicaciones de mi entrenador Ignacio Zamudio al pie de la letra”.
La serie de La Bella durmiente es su favorita. Ver películas de princesas donde se imagina ser la protagonista. Para ella su vida ha cambiado en el deporte, pero en el fondo sigue añorando sus juegos de infancia.
“Era muy tranquila. Me gustaba pintar a mi mamá con sus cosméticos. Pero un día nos pusieron a todos los niños a hacer las pruebas del atletismo, y me tocó la caminata. Fue divertido hasta que me gustó. Ahora es todo para mí, aunque muy difícil, pero ha valido la pena. Orgullosa de lograr lo que me he propuesto”.
Ahora da autógrafos y se deja tomar fotos con sus nuevos admiradores.
“Nunca te imaginas competir a otros países y que la gente fuera parte de tus logros. Es muy padre todo lo que se vive. Esto apenas es un escalón, me faltan muchos pero con los pies en la tierra y la bendición de Dios, creo que lo lograré. No quiero conformarme sino hasta llegar a lo máximo del deporte que son los Juegos Olímpicos”.