En cualquier lugar, Teresa Gutiérrez sería considerada una trabajadora esencial y posiblemente indispensable. Desde antes que llegara la pandemia a la frontera, trabajaba desde su casa haciendo gorros quirúrgicos —que hoy tanta falta le hacen a médicos y enfermeras.
No obstante, debido a las restricciones fronterizas, ahora se encuentra en Tijuana, México, sin trabajo.
“Cruzaba a San Diego [California] a comprar la tela para mis gorros quirúrgicos… En Tijuana la tela no tiene la misma calidad, no es garantía de protección” para los trabajadores de la salud, explicó Teresa.
Cuando su negocio estaba a punto de prosperar, porque el coronavirus disparó la necesidad de gorros protectores, Estados Unidos impuso en marzo restricciones —que aún continúan— a los cruces considerados no esenciales.
Pasar a California a hacer compras es una actividad considerada no esencial, aún cuando para casos como el de Teresa el resultado de esa compra contribuya a proteger la salud de enfermeras y pacientes.
Sumado a ello, en marzo se venció su visa para cruzar a Estados Unidos y, desde el principio de la pandemia el Departamento de Estado suspendió la emisión de este documento hasta nueva orden.
Teresa hacía entre 20 y 30 gorros quirúrgicos por semana y le bastaba para vivir tranquila en Tijuana.
Sin embargo, tras las restricciones, ha tenido que permanecer en Tijuana y dedicarse a hacer piñatas para sobrevivir. “Por suerte me encargan lotes de 64 piñatas semanales y con eso más o menos me alcanza”, confió.
El caso de Teresa está lejos de ser aislado. Son miles de residentes de Tijuana y Baja California que a menudo cruzaban la frontera para hacer compras o visitar familiares y hoy han visto interrumpido su modo de vida fronterizo.
En grupos de Facebook, donde se intercambia información sobre las condiciones y esperas para cruzar por las garitas, a menudo los usuarios comentan con resignación en caso de que las restricciones se prolonguen.
Se alarga la espera
La primera vez que EE.UU. impuso restricciones fue del 21 de marzo al 21 de abril, se suponía que a partir del 22 de abril las personas restringidas, principalmente portadoras de visas de visitante, podrían pasar de nuevo.
Pero antes del 22 de abril se extendió un mes más, y enseguida otras tres veces consecutivas. Hoy las restricciones continúan hasta el 22 de agosto, no se sabe si México y EE.UU. decidirán extenderla.
Algunos usuarios hacen comentarios acordes con el carácter bromista mexicano, como “no importa cuándo lea usted este anunció, de todos modos falta un mes para que quiten las restricciones”.
O “¿por qué son así? Ya necesito calcetines nuevos”. Muchos extrañan platillos que comían en San Diego o Los Ángeles, y otros se quejan de que “este año se me va a acabar la visa sin que la llegara a usar”, y tendrán que renovarla.
De acuerdo con el director ejecutivo de la Cámara de Comercio de San Diego, Jason Wells, los consumidores mexicanos que cruzan la frontera consumen entre el 90% y el 93% de las ventas diarias en la frontera más transitada entre los dos países.
Calcula que los comerciantes pierden en promedio $2 millones diarios porque el grueso de los consumidores mexicanos se tiene que quedar a su lado de la frontera.
Todavía cruzan a hacer compras los consumidores que son residentes legales en EE.UU y que viven en Tijuana o ciudadanos estadounidenses, pero el número es mínimo.
Algunas tiendas fronterizas de ropa y alimentos, en los que antes era difícil encontrar estacionamiento, ahora lucen con muy escasos vehículos.
Un experto en asuntos fronterizos, el director ejecutivo de Smarth Border Coalition, Gustavo de la Fuente, mencionó la posibilidad de que las restricciones pudieran continuar hasta noviembre después de las elecciones, pero enfatiza que solo es una posibilidad.
Sin embargo, en vez de reducirse, el COVID-19 se ha disparado en la frontera, sobre todo al lado estadounidense.
En Baja California el semáforo de alerta por la pandemia pasaría este lunes de rojo a anaranjado, lo que significa que habría reapertura con precauciones en negocios, pero el gobernador Jaime Bonilla decidió prolongar el cambio al menos una semana más.
Si al reabrir hay contagios, como ahora en California, Baja California tendría que volver a cerrar parte de los negocios y es más probable que las restricciones a los cruces fronterizos continúen.