TIJUANA, BC 27-Feb .- La intimidación hacia los migrantes mexicanos y centroamericanos presiona desde dos frentes: en Estados Unidos, con las políticas migratorias del Presidente Donald Trump, y en México, donde los «polleros» aumentaron más de 100 por ciento sus cuotas.
Además de que continúan los secuestros y la tortura contra esos grupos.
Migrantes deportados en varias ocasiones, y en la actualidad varados en Tijuana, expusieron que la cuota de los traficantes de indocumentados subió 128.6 por ciento en los cruces por la sierra.
Por puertos fronterizos terrestres o túneles en la frontera se incrementó aún más, pues suponen más seguridad para quienes pagan en esas modalidades.
Hasta noviembre pasado costaba 3 mil 500 dólares por persona cruzar por las montañas; en enero la cifra se elevó a 8 mil dólares –alrededor de 160 mil pesos–, bajo el argumento de que hay más riesgo con las nuevas políticas del Gobierno de EU.
Cruzar con una visa válida por parecido físico, pero que no pertenece a quien que la porta, puede superar los 12 mil dólares, unos 240 mil pesos.
Los migrantes relataron cómo sobrevivieron semanas de tortura física y psicológica en Ojinaga, Chihuahua, donde fueron plagiados por un grupo criminal al que identifican como «La Línea».
‘Una señora era la jefa’
Efrén Guevara Galindo, de 50 años, ex trabajador de la construcción en Dallas, Texas, aún se recupera de patadas y heridas con una navaja en brazos, pierna y el costado, mientras lo apoyan en un centro religioso de ayuda a migrantes.
Guevara, quien llegó de ocho meses de edad a EU, aseguró que ya no piensa cruzar de manera ilegal, después de su experiencia en diciembre pasado.
La decisión le afecta más que sus lesiones, indicó, pues deja atrás a su esposa, seis hijos y 15 nietos.
Con vendas en brazo y costado derecho, platicó que fue torturado porque los delincuentes no localizaban a su familia que reside en EU para cobrarles por su rescate.
A Guevara lo han deportado cuatro veces, la última fue por Acuña, Coahuila, y fue plagiado al llegar a Ojinaga para intentar un cruce por las montañas.
«Apenas nos bajamos del camión (en Ojinaga), éramos tres hombres y una mujer, caminamos tres cuadras por la banqueta, y llegó una ‘troca’ (camioneta) blanca, se parqueó de lado y otra ‘troca’ roja por detrás, nos levantaron, a todos nos llevaron a un rancho a 15 minutos de ahí.
«A los cuatro nos metieron en un cuarto, pero se oía más gente en la cocina de a lado, había cuatro cuartos con gente de Honduras, El Salvador, Guatemala, escuchaba cómo hablaban, porque cada 10 o 15 minutos sacaban a uno para hablarle a su familia y que pagaran por ellos 20 mil dólares. A los mexicanos nos cobran 10 mil dólares. Una señora era la jefa de ahí», relató.
Al intentar defender a un mexicano de unos 70 años, recordó, Guevara fue pateado en repetidas ocasiones y herido con una navaja.
Las heridas se le infectaron y en la última golpiza perdió el conocimiento. Los criminales lo dieron por muerto y lo tiraron en un paraje desierto, agregó.
En Tijuana no tiene trabajo, ni dinero para curar sus heridas, y aún no sabe qué decisión tomar con respecto a su vida.
«Ya casi en la última parte de mi vida, después de ganar 25 dólares (500 pesos) la hora en el trabajo, ahora estoy solo y sin la posibilidad de ver crecer a mis nietos», lamenta Guevara, rodeado de haitianos que preparan su comida en el mismo albergue.
Otro connacional que prefirió el anonimato indicó que fue deportado cuando intentó cruzar con una visa vigente de una persona que se le parecía, pero los agentes detectaron que no le pertenecía.
«Mi familia de EU pagó 12 mil dólares (alrededor de 240 mil pesos), no sé si así les cobren a todos, a mí me dijeron que era un cruce seguro y que no arriesgaría mi vida por los montes o el frío en las montañas y por eso estaba más caro», señaló.