#FRONTERA: UN MEXICANO Y UN ESTADOUNIDENSE QUIEREN MOSTRAR CON UN NEGOCIO DE TURISMO QUE SUS PAÍSES PUEDEN SER SOCIOS

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Mike Davidson y Ernesto Hernández decidieron asociarse en un proyecto sustentable de canoas que cruzan a turistas de EEUU a México a través del Río Grande. Luis Velarde
Mike Davidson y Ernesto Hernández decidieron asociarse en un proyecto sustentable de canoas que cruzan a turistas de EEUU a México a través del Río Grande. Luis Velarde

 

 BOQUILLA DEL CARMEN, COAHUILA.- Mike Davidson es estadounidense y Ernesto Hernández es mexicano. Ambos decidieron asociarse hace cinco años en un proyecto que impulsan a diario en el propio Río Grande: tienen pequeñas canoas que cruzan a los turistas desde la inhabitada orilla de Boquillas hasta la del poblado de Boquillas del Carmen. Lo hacen a fuerza de remar un trecho de unos cinco metros de ancho y de poca profundidad.

“Nosotros queremos probar que las relaciones binacionales son buenas”, dice Davidson, un aficionado de los viajes y el turismo, en un español con acento estadounidense aunque con conjugaciones casi perfectas. “No vamos a cambiar el mundo, pero podemos hacer un modelo positivo de cooperación”, agrega al referirse al momento tenso que viven los dos países.

El proyecto arrancó justo cuando se abrió esta frontera, luego de un cierre de más de 10 años tras los atentados terroristas en las Torres Gemelas. En ese tiempo, han llevado a más de 50,000 turistas de un lado al otro del río.

Ambos se conocen hace 34 años. Después de tanto tiempo, la relación se fortaleció al punto de que son compadres: Davidson es el padrino de la hija de Hernández. Comparten además sus propios idiomas: el estadounidense le enseñó inglés al mexicano y éste le corrige el español a su amigo. Acumulan viajes y travesías por ríos y tierras en ambos países, vacaciones y el crecimiento del negocio.

Davidson ha viajado a México desde 1975, cuando cruzó por primera vez a Ojinaga, en el norteño estado de Chihuahua. De ahí en adelante no pudo dejar de visitar el país. Fue a Durango; navegó el río Grande de Santiago, que recorre los estados de Jalisco y Nayarit; recorrió Mazatlán, en Sinaloa. Y ahora planea sus próximas vacaciones a Yucatán.

Ernesto Hernández tenía 17 años cuando conoció a Mike Davidson. El estadounidense llegaba a una competencia en el río Veracruz, en México, y por casualidad se encontraron. “Él era un guía profesional. Llevaban botiquín de primeros auxilios, herramientas. Para mí fue como una cosa muy loca en mi mente. Yo hacía viajes, pero nunca pensé en eso”, cuenta. El mexicano quería ser parte de ese equipo y cuando le preguntó a Davidson si podía trabajar con ellos su respuesta fue: “Debes entrenar”. Y así lo hizo.

“Ya me superó”, reconoce orgulloso Davidson.

Ahora, la vida de ambos gira en torno a ese negocio y a que no dañe el ambiente. Además, comparten un debate: el del muro que el presidente Donald Trump asegura querer construir en la frontera.

“Es técnicamente imposible”

El parque nacional Big Bend muestra un paisaje de imponentes montañas. “Ahí está el muro, tiene 500 metros de altura (…) Son un par de cañones: del lado izquierdo, Santa Elena, México; del derecho, el Big Bend, Estados Unidos”, replica Davidson al señalarlas a la distancia. Para él, la idea de levantar una barda “es técnicamente imposible”.

Por eso cuando escucha a los políticos desde Washington hablar de una pared en esta zona, cree que lo hacen sin conocer la geografía de esta zona. Son más de 800,000 acres de desierto e interminables montañas rocosas atravesadas por más de mil millas de Río Grande que se convierte en la frontera natural.

“Va a costar mucho, mucho dinero”, asegura. Entonces, enumera los imposibles. Uno: necesitarían un número de trabajadores mayor a los 89 habitantes de Terlingua, el más cercano a ese límite. Dos: si vinieran más personas no hay dónde hospedarlas, pues apenas hay unos pocos hoteles. Tres, al hacerlo se limitará la migración de animales que ocurre naturalmente, lo que generaría un “daño ecológico enorme”. Y la última, los paisajes: “¿Qué van a ver los turistas con un muro de 10 metros de alto?”, se pregunta.

Eso sí, si al final el presidente Trump cumpliera su promesa, Davidson sabe dónde quiere estar. “Si ponen un muro he considerado de qué lado voy a caer, y será el sur”.

Fuente: Univision.com

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